DESHIELO GLACIARIO




Preocupante pérdida de hielo en los glaciares patagónicos

Contribución del Dr. Mariano H. Masiokas
Investigador Asistente
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales
CCT-CONICET Mendoza, C.C. 330 (5500)
Mendoza, Argentina
Email: mmasiokas@mendoza-conicet.gov.ar



En busca del equilibrio perdido

Los glaciares se encuentran permanentemente en búsqueda de un equilibrio que les permita igualar los niveles de nieve y hielo acumulados durante el invierno con las pérdidas de nieve y hielo que ocurren durante el verano (y que son causadas en gran parte por derretimiento, pero también por sublimación y/o por desprendimiento de icebergs en el frente del glaciar).



Corte esquemático de un glaciar mostrando la ubicación de las zonas de acumulación y de ablación junto con la línea de equilibrio. En este ejemplo simplificado, el balance de masa neto específico en mm. de agua equivalente alcanza un valor máximo (máxima acumulación) en la parte más alta del glaciar y disminuye gradualmente hasta un mínimo (máxima ablación) en el límite inferior de la lengua de hielo. 


En general, los glaciares avanzan en respuesta a una seguidilla de años con balances de masa positivos, que normalmente ocurren debido a un periodo frío prolongado (menor ablación) y/o un aumento sostenido en las nevadas invernales (mayor acumulación). El avance del frente del glaciar hace que éste aumente su área hacia las zonas bajas, donde existen las más altas tasas de ablación. Esto causa un aumento en la pérdida de hielo compensando así los incrementos en acumulación observados en las zonas altas y retornando al glaciar a una condición de equilibrio dinámico con el clima "actual". Por el contrario, periodos de calentamiento atmosférico y/o disminución en las nevadas invernales tienen como resultado balances de masa negativos: para alcanzar nuevamente el equilibrio, el glaciar deberá contraerse, o sea, achicar el área en las partes bajas del glaciar donde se produce la mayor pérdida de hielo, hasta que la ablación iguale nuevamente a la acumulación.

Es importante notar que para que un glaciar pueda sobrevivir es necesario que cuente con una zona de acumulación persistente y consistente a lo largo de los años.

Se dice que un glaciar tiene una respuesta en equilibrio con el clima actual cuando logra restablecer de alguna manera el balance entre ablación y acumulación. En el caso de un calentamiento repentino, el glaciar logrará restablecer el equilibrio retrayéndose hacia las zonas más altas y frías donde la pérdida de hielo será mucho menor. Estos glaciares reducirán su tamaño pero seguirán existiendo como tales en las zonas elevadas de la cordillera.

 Pero... ¿qué pasa cuando los cambios en el clima son tan importantes que aún en las partes altas del glaciar la ablación supera a la acumulación? En estas condiciones se dice que la respuesta del glaciar no está en equilibrio con el clima actual ya que no es posible para el glaciar restablecer un nuevo balance entre ablación y acumulación. En pocas palabras, el glaciar no tiene otra alternativa que seguir perdiendo masa – hielo – hasta desaparecer, a menos que cambien las condiciones reinantes antes de que ello ocurra.


Cómo saber si estamos en problemas
Existen algunas maneras de detectar a los glaciares que no están en equilibrio con el clima actual: uno de los "síntomas" es un adelgazamiento pronunciado y generalizado a lo largo de TODO el cuerpo del glaciar. O sea, el glaciar pierde hielo no sólo en la parte baja (lo que sería de esperar aún en situaciones normales), sino también en las partes altas que supuestamente deberían estar actuando como zonas de “acumulación”. Un segundo síntoma es una seguidilla de años en los que no es posible distinguir un área de acumulación definida en el glaciar, situación que ocurre porque la “línea de equilibrio” (dependiente en gran medida de las condiciones climáticas), se encuentra por encima de la altura máxima del glaciar.


En los últimos años y a lo largo de las Américas se han observado varios de éstos glaciares “fuera de equilibrio” con el clima actual.



El Glaciar Chacaltaya, cerca de la ciudad de La Paz, Bolivia, se ha contraído marcadamente entre 1940 y 2007. Según los científicos que estudian este glaciar, el Chacaltaya se encuentra condenado a desaparecer completamente antes del año 2010. Fuente: ¿El fin de las cumbres nevadas? – Glaciares y Cambio Climático en la Comunidad Andina. PNUMA 2007.


Y por casa cómo andamos
En la Patagonia argentina, y sobre todo en la parte norte de los Andes Patagónicos (Provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén), hemos observado un retroceso muy marcado de los glaciares durante el siglo pasado que pareciera haber acelerado en las últimas tres décadas.



El Glaciar Esperanza se encuentra al oeste del Lago Puelo y ha retrocedido varios kilómetros entre 1948 y 2001. Fotos: Neumeyer (1949) y Villalba (2001).


El Glaciar Torrecillas en el Parque Nacional Los Alerces también ha perdido gran cantidad de hielo en los últimos 60-70 años. Fotos: Koutche y Ladvocat (1937) y Villalba (2001).


En muchos sitios se puede observar pérdida de hielo en las partes altas de los glaciares

Si bien no contamos en la actualidad con balances de masa o mediciones longitudinales actualizadas de las lenguas de hielo para analizar las tasas de ablación y acumulación a diferentes alturas, el análisis comparativo de fotografías históricas indica que los glaciares de esta porción de los Andes podrían también estar fuera de equilibrio con el clima actual, ya que la pérdida de hielo se ha extendido marcadamente llegando incluso hasta la cima de los cerros más altos (zona de acumulación por excelencia).



 La cima del Monte Tronador ha perdido gran cantidad de hielo entre 1981 y 2008. Esta porción de la montaña actúa como zona de acumulación de los glaciares que cubren sus laderas, entre ellos el Ventisquero Negro y el Frías en Argentina, o el Glaciar Casa Pangue en Chile. Fuente de la foto: Diario Río Negro online.



El Volcán Lanín ha perdido gran cantidad de hielo entre 1896 (Hauthal 1904) y 2001 (foto R. Villalba). Además de un marcado retroceso del frente del Glaciar Lanín Norte, también puede apreciarse un claro adelgazamiento de la capa de hielo que cubre la cima del volcán.  


¿Por qué está pasando esto en nuestra cordillera?
Desde hace aproximadamente tres décadas la porción noroeste de la Patagonia ha sufrido cambios importantes en el clima que no han favorecido en absoluto a los glaciares de la zona. Desde 1976/77 en adelante, las temperaturas no sólo han aumentado durante el verano (lo que ha aumentado la ablación por derretimiento de hielo), sino que las precipitaciones invernales han disminuído al mismo tiempo en forma alarmante. Desde el punto de vista de un glaciar, ésta es sin dudas la peor combinación ya que el derretimiento sufrido durante el verano no puede ser compensado por la poca acumulación de nieve en invierno. Ante esta situación, la única alternativa para estos glaciares es seguir perdiendo masa y retrocediendo tal como hemos venido observando en esta región en los últimos años.


Concluyendo…
Aunque se trata de evidencia cualitativa, las comparaciones fotográficas demuestran en forma clara que los glaciares en el norte de la Patagonia (y en otras regiones a lo largo de los Andes) están siendo afectados seriamente por los cambios que han ocurrido en el clima durante las últimas décadas. El panorama es preocupante dadas las muchas actividades humanas que dependen directa o indirectamente de estos cuerpos de hielo en Argentina y otros países. De seguir las condiciones actuales (en las que se favorece la ablación por sobre la acumulación de hielo en la cordillera), es muy probable que en un futuro cercano muchos glaciares pequeños desaparezcan y que los glaciares más grandes (que son muy pocos en esta porción norte de los Andes Patagónicos) reduzcan aún más su superficie y queden confinados a las partes más altas, sombrías y frías de las montañas.

Para más información, visite el sitio Glaciares de Argentina

Referencias
  • Bown, F., Rivera, A., 2007. Climate changes and glacier responses during recent decades in the Chilean Lake District. Global and Planetary Change 59, 79–86.
  • Hauthal, R., 1904. Gletscherbilder aus der argentinischen Cordillera. Zeitschrift des Deutschen und Oesterreichischen Alpenvereins 35, 30–56.
  • Koutche, V., Ladvocat, H.J., 1937. Parque Nacional Los Alerces: Proyecto de reserva para la creación de un Parque Nacional en el Territorio Nacional del Chubut. In: Dirección de Parques Nacionales (eds.), Nuevos Parques Nacionales, Buenos Aires, pp. 35–94.
  • Masiokas, M., Villalba, R., Luckman, B., Lascano, M., Delgado, S., Stepanek, P., 2008. 20th century glacier recession and regional hydroclimatic changes in northwestern Patagonia. Global and Planetary Change 60, 85–100. PDF
  • Neumeyer, J.J., 1949. En el valle del Río Esperanza (Chubut). Anuario del Club Andino Bariloche 17, 47–50.
  • Pelto, M.S., 2006. The current disequilibrium of North Cascade glaciers. Hydrological Processes 20:769-779. Texto completo
  • PNUMA, 2007. ¿El fin de las cumbres nevadas? – Glaciares y Cambio Climático en la Comunidad Andina. PDF
El FUTURO de los glaciares pronosticado por Greenpeace



Piensa en ellos...

Decile SI a la ley de protección de glaciares




La Ley 26.639 de la Nación Argentina, más conocida como Ley de protección de glaciares, establece los presupuestos mínimos para la protección de los mismos y del ambiente periglacial con el objeto de preservarlos como reservas estratégicas de recursos hídricos para el consumo humano; para la agricultura y como proveedores de agua para la recarga de cuencas hidrográficas; para la protección de la biodiversidad; como fuente de información científica y como atractivo turístico. En 2008, una ley anterior, del diputado Miguel Bonasso, que también tenía por objetivo la protección de los glaciares, había sido aprobada por mayoría en la Cámara de Diputados, pero Cristina Fernández, como presidente de la Nación Argentina vetó esa ley. El senador oficialista Daniel Filmus presentó la ley 26.639, que tenía modificaciones a la realizada por Bonasso, y fue aprobada el 30 de septiembre de 2010 por el Congreso, aunque Bonasso se opuso a los cambios. El Congreso de la Nación aprobó esta ley en 2010. Fue reglamentada por el decreto 207/2011 el 28 de febrero de 2011. A marzo de 2012 no se había completado el Inventario Nacional de Glaciares dispuesto por la Ley. 
La norma tiene por objeto establecer los presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial con el objeto de preservarlos como reservas estratégicas de recursos hídricos para el consumo humano; para la agricultura y como proveedores de agua para la recarga de cuencas hidrográficas; para la protección de la biodiversidad; como fuente de información científica y como atractivo turístico constituyendo a los glaciares como bienes de carácter público. Prohíbe la liberación de elementos contaminantes y la exploración minera e hidrocarburífera en los glaciares y periglaciares; y ordena realizar un inventario de glaciares completo cada cinco años, y a que, antes del 30 de marzo de 2011, se relevarán las zonas prioritarias, donde existen emprendimientos industriales. En el artículo 15º -“Disposiciones Transitorias”- se establece que en un plazo no mayor a ciento ochenta días deberá realizarse el Inventario Nacional de Glaciares, donde se individualizarán todos los glaciares y geoformas periglaciares que actúan como reservas hídricas existentes en el territorio nacional, sobre aquellas zonas en las cuales se estén desarrollando actividades prohibidas expresamente en artículo 6° de la ley 26.639.


El por qué de la Ley:

(AW)El periodista Javier Rodríguez Pardo, integrante de la RENACE, nos ilustra sobre la importancia de la Ley de Protección de los Glaciares, y todo el camino que derivó en su aprobación. 

El por qué de la ley de protección de glaciares

¿Protege o encubre una actividad extractiva perversa?
ANTECEDENTES
Hemos conseguido una ley de protección de glaciares, impensada hasta ayer. La ley de la entonces diputada Marta Maffei, que había sido vetada por la presidente de la nación, Cristina Kirchner, reingresó al recinto de los debates parlamentarios de la mano del diputado Miguel Bonasso, presidente de la Comisión de Recursos Naturales, en tanto bloques opositores al oficialismo, formados con el ingreso de nuevos legisladores en diciembre de 2009, le quitaron mayoría en la cámara baja al partido gobernante.
En este marco hubo dos proyectos de ley: el encomendado por la presidente Fernández de Kirchner al senador Daniel Filmus y el "clonado" por el diputado Miguel Bonasso, sostenidos ambos por el texto de la diputada mandato cumplido Marta Maffei. Los dos eran semejantes y coincidían en esgrimir presupuestos mínimos para la protección de glaciares y del ambiente periglacial, aunque uno de ellos deslizaba conceptos sutiles que los enfrentaba. En el del senador, el ambiente periglacial era únicamente el glaciar de escombros y reducía considerablemente el área crítica a proteger que defendía el texto de los diputados.
De pronto, de manera sorpresiva, un par de días antes de la discusión en el recinto del Congreso, las partes se reúnen y el proyecto del poder ejecutivo es incorporado al que había sido vetado por la presidente de la nación, aún mejorado en cuanto a objeto, definiciones, actividades prohibidas, evaluación de impacto ambiental, autoridades competentes, funciones y disposición transitoria. Resultaba insólito para muchos de nosotros que, reunidos con los diputados, analizábamos la novedosa maniobra del gobierno. ¿Nueva estrategia para evitar la discusión minera? En principio, vemos los resultados como un triunfo del pueblo y de las comunidades organizadas en asambleas a lo largo y ancho del país.
No hubo legislador que, defendiendo el proyecto de ley en el fragor del debate en el recinto parlamentario, no hiciera referencia a las asambleas y a la unión de estas, a los foros, concentraciones y movilizaciones que permitieron instalar la discusión sobre las invasiones mineras, los métodos extractivos contaminantes y el despojo lacerante de cuanto recurso natural hay en nuestros territorios, en realidad bienes comunes. Vemos entonces la ulterior vigencia de esta ley como un triunfo resonante del campo popular. La cuestión de la mega minería hidroquímica a cielo abierto se instaló en todo el país.
LA LEY Y SUS ACTORES
Podemos dar por sancionada la ley en tanto el congresista Daniel Filmus confirmó que será apoyada por el senado nacional, y allí el oficialismo cuenta con mayoría parlamentaria. Al mismo tiempo el jefe de la bancada kirchnerista, Agustín Rossi, anunciaba la decisión de la presidente de la nación de no vetar la nueva ley sea cual fuere la remitida por el Congreso.
Ahora bien, ¿cómo debemos interpretar esto, qué conclusión sacamos de esta cronología política a poco del almuerzo que la presidente de la nación sostuvo con el mentor de la corporación minera Barrick Gold en Toronto? ¡Los acuerdos de Toronto! ¿Cómo explicar la abroquelada sociedad que este conjunto de partes interesadas mantiene con el gobernador sanjuanino José Luis Gioja? ¿Cómo se interpreta el discurso de la presidente en China, ofreciendo generosamente la minería, territorios y yacimientos?
Nuestra respuesta es la de siempre. Quien esto escribe ha dicho en reiteradas ocasiones que es preferible no contar con ley alguna, a disponer de aquella que legitimará operar en la Cordillera de los Andes -ecosistema frágil y fábrica de nuestras aguas- a industrias como la extractiva a cielo abierto con compuestos tóxicos.
Algunos pensamos que la mejor ley de protección de glaciares, cualquiera sea, no resuelve el impacto nocivo de la minería, la destrucción del ecosistema donde opera a través de sus distintas etapas de prospección, exploración o explotación. Alcanza con no pecar de ignorancia y repasar cada una de las etapas de esta minería, el método extractivo, los volúmenes de agua que requiere, el funcionamientos de equipos pesados, orugas gigantescas sobre cuerpos congelados, sondajes y muestreo de suelos, sondajes de aguas subterráneas, de prospección minera, pozos para desagüe minero, para geoenergía, exploración de recursos sobre las áreas que se pretende proteger. Son todas circunstancias previas a la propia explotación minera donde el impacto será aún mayor.
PARA ESTA MINERÍA NO HAY CONTROLES. NO HAY POSIBILIDAD DE VIGILANCIAS EFICACES
Este tipo de minería, en el ecosistema que se intenta proteger, no es sostenible en el tiempo y legislar sobre el particular, tal el caso presente, puede permitir legalizar la intervención de glaciares, del ambiente periglacial y cuerpos de hielo.
EL AGUA
Sabemos que mientras escribimos estas líneas se están derritiendo glaciares para lixiviar minerales del lado chileno, según confesión de senadores y autoridades de ese país, donde el cobre -de baja ley mineral, agotándose- recibe más atenciones que el agua, escasa y ausente en muchísimos sitios de la puna mineral. Sin agua, no hay minerales e, inexorablemente, al promediar este siglo estas regiones no tendrán ni una cosa ni la otra. Pretender el traslado del líquido potable, de pozos salteños de Argentina hacia La Escondida de Antofagasta, en Chile, con dos acueductos de 3.000 litros de agua por segundo, cada uno, ratifica lo que advertimos aquí: "Nosotros -dijo el congresista trasandino- no podemos sancionar la ley que ustedes pretenden... Tenemos que derretir masa glaciar para obtener el cobre..."
Razonar sobre esto es inevitable. ¿Acaso los gobiernos extractivistas de Argentina, cámaras mineras, empresas transnacionales, renuncian a operar del lado argentino, aceptando el rigor de esta inminente ley? Creemos que los posibles litigios rondarán interpretaciones legales según les convenga. Y seguramente abundarán en las secretarías de minería provinciales, que son la autoridad de aplicación de la actividad minera, evaluaciones permisivas de los informes de impacto ambiental, admitiendo la intervención en las áreas prohibidas, pero autorizando a tal o cual empresa con la sentencia de que su actividad "no afecta la condición natural del glaciar", ni el deambular por él "implica su destrucción", tampoco moverlo del lugar, porque para utilizar el agua que lo contiene no se requiere "trasladarlo ni interferir en su avance": rezarán los informes de las mineras.
Imaginamos entonces un diálogo posible entre un funcionario decente (con esta ley en la mano) y un gerente minero:
- Señor, Ud. está destruyendo "ese cuerpo protegido"
- De ninguna manera. Tomamos nieve suficiente sin afectar "su condición natural". No se me prohíbe intervenirlo; en realidad "no destruyo la condición natural del cuerpo protegido".
- Pero hizo sondajes.
- Sí, claro, en lugares donde no altero su condición natural... Tampoco lo trasladamos de lugar... No interferimos en su avance".
En fin, cosas que habrá que probar, porque estas discusiones legales se repetirán en provincias acostumbradas a conformar evaluaciones de impacto ambiental abusivas e injustas.
En otras palabras, mientras la autoridad de aplicación se halle en manos de los gobiernos provinciales, los Gioja, Beder Herrera o Castillo rubricarán los informes de impacto ambiental presentados por las empresas, aprobando sus labores mineras. ¿Acaso no multó la provincia de San Juan a Barrick Gold por derrame de combustibles en áreas a proteger, en plena reserva de biosfera de San Guillermo, condenando a la canadiense con 250.000 pesos, que nunca pagó?. Recordemos que es como el día y la noche, el informe de impacto ambiental aprobado para iniciar la actividad y la finalización de la explotación minera.
De modo que nos esperan otros objetivos urgentes. Reemplazar las leyes mineras vigentes, el código de minería y atacar decididamente el tratado binacional minero de implementació n conjunta chileno-argentino. Es la única manera de respaldar la ley de protección de glaciares y área periglacial. Vamos por más.
Eran las tres de la madrugada y en plena sesión del congreso nacional, algunos diputados provinciales gritaron desaforadamente: "los glaciares son míos, están en mi territorio". Otros recurrieron a dicotomías centralistas, intentando rememorar a federales y unitarios. No faltó la perturbación de un diputado sanjuanino que fundamentaba la escasez del agua explicando que había que hacer minería, ignorando que se requiere no menos de mil litros de este elemento impregnado de ácido sulfúrico o de cianuro para lixiviar las rocas metalíferas y deslizando con habilidad dolosa que se usa más agua para la agricultura que para la mega minería a cielo abierto.
Abundaron barbarismos de todo tipo y los proferidos por el diputado Gioja, hermano del gobernador feudal, eran los más relevantes: "El agua se limpia y se recicla en nuestra minería", dijo el proveedor de las mineras, y lo proclamó sin inmutarse. Hubiéramos deseado en ese momento que de algún sector de la contienda se le dijera que la propia transnacional informó (IIA) que consumirá 360 litros por segundo, noche y día, los 365 días del año durante 15 ó 20 años de explotación de los yacimientos. "Esa cantidad ¿la reciclan, la limpian? ¿dónde se deposita?"
Concluir que es preferible no contar con ley alguna significa entender que por sí sola esta norma legal se halla desamparada y bien puede ser utilizada con el argumento de que se hace minería conforme a la legislación vigente, refrendada por la provincia generalmente asociada a los intereses mineros.
Vale la pena recordar nuestra respuesta a los parlamentarios de Ottawa que habían tejido un proyecto de ley (C-300) convencidos de que controlarían a sus mineras en el extranjero:
- Usted las va a legitimar. Esta minería no se puede controlar -se le dijo.
- ¿Qué propone, entonces? me pregunta John Mac Kay.
- Que se retiren. Queremos que se vayan.
Esta es francamente la posición de todas las comunidades afectadas por la invasión transnacional y corporativa del despojo. La respuesta que le dimos al legislador canadiense es la misma que proponemos aquí frente a la inminencia de la ley de protección de glaciares y área periglacial.
¿De qué sirve entonces la ley que nos ocupa?
Creemos que es una herramienta vital a utilizar por los movimientos sociales y en debates públicos. La ley nos permitirá ejercer un observatorio permanente que atienda a su cumplimiento y nos obliga a exigir el acatamiento del artículo séptimo de evaluación de impacto ambiental que expresa: "deberá respetarse una instancia de participación ciudadana de acuerdo con lo establecido en los artículos 19, 20 y 21 de la ley 25.675 de la Ley general del Ambiente". Impulsar esta norma es fundamental.
Esta ley nacional, esta regla que esperamos entre en vigencia cuanto antes, nos permitirá exigir en todas las provincias y municipios el rechazo de cualquier legislación que sobre el particular (glaciares y periglaciares) sancionen las provincias con intención de evadir el texto y espíritu de la presente, continuando de ese modo con la habitual promiscuidad extractiva.
En definitiva, la ley de protección de glaciares y ambiente periglacial no prohíbe las actividades mineras en la cordillera, precordillera y estribaciones, pero es uno de los triunfos más resonantes logrados por nuestros colectivos sociales, el poder de las asambleas, la unión y el esfuerzo conjunto de comunidades que están siendo judicializadas y reprimidas. Vamos por más.
Es imprescindible lograr la abolición de la actual legislación minera y se está en ese camino; por eso merecen un reconocimiento especial los legisladores que en el Congreso Nacional están promoviendo leyes que revoquen las instauradas en la década de los ‘90. Ratifiquemos una vez más el aplauso que brindamos en el recinto a aquellos congresistas (sin dar nombres para evitar injustas omisiones) que en la madrugada del 15 de julio sostenían públicamente que este debate a nivel nacional se debe a la unión de múltiples asambleas que en todo el territorio del país oponen una resistencia desigual sin renunciamientos.
Reconozcamos con ponderación a los compañeros de las distintas asambleas del interior y de la capital del país que se concentraron desde horas tempranas aguantando el frío reinante, a quienes incomprensiblemente se les negó la entrada al recinto de sesiones. Muchos se trasladaron de lugares lejanos, del litoral y del noroeste, del sur rionegrino y del Andalgalá catamarqueño.
Mas de doscientos compañeros ejercieron una presión que no fue desconocida. Iban rotando en la puerta del congreso nacional y a las cinco de la madrugada aún discutíamos en las calles el levantamiento de la sesión cuando un par de diputados del PRO y del Frente para la Victoria impedían el quórum en plena discusión del artículo sexto del proyecto de ley de protección de glaciares y área periglacial.
La Unión de Asambleas Ciudadanas, UAC, sesionará del 13 al 16 de agosto en Santiago del Estero. El día 12 habrá un foro en el paraninfo de la Universidad santiagueña; será el lugar adecuado para continuar el debate y búsqueda de nuevas estrategias porque cada vez son más los pueblos que resisten y se rebelan enfrentando a lacayos serviles de corporaciones que diezman territorios, devastan contaminando y saquean. Los ámbitos institucionales también merecen un gran esfuerzo de todos nosotros. Discutamos cómo hacerlo. No dejemos un solo espacio, no les demos respiro.